Hace mucho tiempo atrás cuando todavía Jesús estaba desarrollando su Ministerio aquí en la tierra, tuvo un encuentro poco casual con un hombre que lo visitó durante una noche, debido a su temor del que dirán de sus conocidos. El nombre de este hombre era Nicodemo (Juan 3), la razón principal de su visita al Maestro de Galilea era la búsqueda de algunas respuestas a sus inquietudes: La respuesta que le dio Jesús todavía resuena en los corazones de muchas personas: “Es necesario nacer de nuevo”. Desde ese momento se dio por entendido que para que la humanidad pudiera restablecer el camino hacia su Creador, roto debido al pecado, no se requería de “Religiones” (de hecho Nicodemo era principal de la Religión judaica) sino de comenzar una “nueva Vida”, la cual se basa en una relación personal e intima con el único Salvador del Mundo: Jesucristo.
Esta nueva vida tiene su inicio desde nuestro interior impactando de manera integral a nuestro espíritu (esta parte no la entendió Nicodemo), y desde allí se comienza expandir hasta afectar incluso nuestra vida exterior o física. Para que esta vida se genere en nosotros Dios coloca en nuestro sistema de vida un elemento imprescindible para la subsistencia espiritual: La Fe. Luego ocurre un hecho milagroso en nuestra vida: Efesios 1:13 “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Somos dotados del Espíritu Santo de Dios el cual se encargara de proveer los recursos necesarios para que esta nueva vida se desarrolle de manera normal y crezca hasta la medida del propio Jesucristo, quien se convierte en el modelo que nos sirve de medida en nuestro crecimiento. Efesios 4:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
lunes, 16 de agosto de 2010
lunes, 9 de agosto de 2010
La Enemistad y los Celos Ministeriales
“Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Hechos 2: 43-47
Cuando leemos la historia de la Iglesia primitiva, es decir la historia de los primeros cristianos en donde Pedro y Juan toman un papel muy importante, nos damos cuenta que el Espíritu Santos se derramaba sobre sus vidas y sobre aquellos que creían de una forma especial. La Biblia habla que tenían TODAS las cosas en común y que cada cual velaba por el bien del otro.
Casi dos mil años después, la Iglesia de hoy no es muy parecida a la primera, hoy en día predomina mucho las enemistades en la congregación y los celos Ministeriales. Estos defectos lejos de permitir a la Iglesia crecer pueden llevarla al fracaso espiritual y porque no decirlo, al fracaso en el objetivo de ganar a otros para Cristo.
Es por esa razón que quiero hablar sobre este tema de gran importancia para TODOS aquellos que anhelamos hacer la voluntad de Dios dejando a un lado las diferencias que en momento determinado el enemigo quiera poner en nuestras vidas.
Cuando leemos la historia de la Iglesia primitiva, es decir la historia de los primeros cristianos en donde Pedro y Juan toman un papel muy importante, nos damos cuenta que el Espíritu Santos se derramaba sobre sus vidas y sobre aquellos que creían de una forma especial. La Biblia habla que tenían TODAS las cosas en común y que cada cual velaba por el bien del otro.
Casi dos mil años después, la Iglesia de hoy no es muy parecida a la primera, hoy en día predomina mucho las enemistades en la congregación y los celos Ministeriales. Estos defectos lejos de permitir a la Iglesia crecer pueden llevarla al fracaso espiritual y porque no decirlo, al fracaso en el objetivo de ganar a otros para Cristo.
Es por esa razón que quiero hablar sobre este tema de gran importancia para TODOS aquellos que anhelamos hacer la voluntad de Dios dejando a un lado las diferencias que en momento determinado el enemigo quiera poner en nuestras vidas.
sábado, 7 de agosto de 2010
¿Azotado?, Cántale al Señor
“Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían”.
Hechos 16:22-25
Esta es una de esas historias que me hacen reflexionar en el amor verdadero que un discípulo del Señor tiene que tener por El. Es impresionante la reacción de Pablo y Silas frente al suceso que estaban experimentando, sin lugar a dudas, un ejemplo para nosotros hoy en día.
Pablo acaba de echar un espíritu de adivinación de una muchacha, los amos de esta muchacha que se lucraban del espíritu de adivinación que esta tenia se enojaron contra Pablo y Silas, al ver que su fuente de dinero estaba perdida, la muchacha había sido libre y no podría nuevamente adivinar a las personas que lo solicitaran.
Hechos 16:22-25
Esta es una de esas historias que me hacen reflexionar en el amor verdadero que un discípulo del Señor tiene que tener por El. Es impresionante la reacción de Pablo y Silas frente al suceso que estaban experimentando, sin lugar a dudas, un ejemplo para nosotros hoy en día.
Pablo acaba de echar un espíritu de adivinación de una muchacha, los amos de esta muchacha que se lucraban del espíritu de adivinación que esta tenia se enojaron contra Pablo y Silas, al ver que su fuente de dinero estaba perdida, la muchacha había sido libre y no podría nuevamente adivinar a las personas que lo solicitaran.
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