lunes, 26 de julio de 2010

El Temor a Dios

Introducción
La Biblia nos exhorta, a través de muchas escrituras tanto en el AT como en el NT, a andar en el temor de Dios. Sin embargo, la enseñanza sobre el temor de Dios es una de las que menos se predica en nuestras iglesias hoy en día. El concepto del “Temor de Dios” puede sonar contradictorio con la idea de un Dios amoroso y misericordioso. Sin embargo, veremos a través de este mensaje que el temor de Dios es esencial para tener un concepto apropiado de Dios, para vivir de una manera digna del Señor y para disfrutar plenamente de la libertad y la vida abundante que Cristo nos ofrece.

¿Qué es el temor de Dios?
El temor de Dios es una actitud de reverencia y respeto hacia Dios, que pasa progresivamente por las siguientes etapas:
• Una conciencia de que Dios es el dueño de nuestras almas, y tiene el poder de otorgarnos la salvación eterna o condenarnos eternamente en el infierno. Aunque la motivación que genera este temor es completamente egoísta, es preferible a no tener ningún temor de Dios
• Una conciencia de que Dios está permanentemente mirando todo lo que pensamos, decimos y hacemos, y que El tiene el poder para premiarnos o castigarnos de acuerdo a nuestra conducta; lo cual nos debería motivar a ser cuidadosos y apartarnos del mal
• Un deseo consciente y permanente de agradar a Dios en todo lo que hacemos y no ofender Su santidad
• Un reconocimiento humilde de que El es Dios y nosotros somos Sus criaturas, y por lo tanto, El es digno de ser temido y reverenciado

El temor de Dios expresado en la conducta diaria. Cuando Dios se manifestó al pueblo de Israel, les dio leyes para que pudieran expresar el temor de Dios en su conducta diaria.

Levíticos 18: “1 Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy Jehová vuestro Dios. 3 No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. 4 Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios. 5 Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová.
La expresión “Yo Jehová” implicaba “Yo soy su Dios y a mi deben temer”.

La Palabra de Dios nos enseña principios que llevan implícita una conducta de temor de Dios:
• Proverbios. 8:13 “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco.

El temor de Dios es aborrecer el mal. Dios no desea que simplemente seamos indiferentes ante el mal, y mucho menos que guardemos en nuestro corazón una atracción íntima hacia el pecado. Lo que Dios desea es producir en nuestros corazones un aborrecimiento profundo hacia el pecado y un amor por hacer lo bueno.

Por ejemplo: de nada vale que Ud. se cohíba de ver material pornográfico, si en su interior todavía está anhelando verlo y lamentándose porque no “puede” verlo porque es “cristiano”. ¡Lo mismo se puede aplicar a cualquier otro pecado que pueda imaginar!

• Job 28:28 “Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia.”; Pr. 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”, 9:10 “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.

El temor de Dios es sabiduría. La sabiduría nos llevará a ser precavidos y evitar meternos en situaciones que puedan inducirnos a pecar. No debemos tentar al Señor, ni sobre-estimarnos y abusar de Su gracia.

Por ejemplo: si Ud. tiene un problema con la bebida, lo más sabio será que no frecuente lugares donde sea tentado a ingerir licor. Si Ud. es un hombre, y tiene debilidad en el área de la codicia, no sería sabio que procurara estar sólo en compañía femenina.

• Proverbios 14: 26 “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos”. 27 “El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte”.
El temor de Dios trae confianza y seguridad a los que andan en integridad. ¡El temor de Dios es fuente de vida porque trae verdadera libertad!

Aquellos que son carnales creen que la libertad consiste en poder dar “rienda suelta a la carne” y hacer lo que nos venga en gana. Pero el cristiano que es espiritual entiende que la verdadera libertad consiste en ser libres del pecado para poder hacer lo bueno. ¡No se necesita ser libre para hacer lo malo, ya el pecado es parte de nuestra naturaleza caída! Para esto fue que Cristo murió por nosotros, para liberarnos de la esclavitud del pecado y que pudiéramos vivir haciendo lo bueno agradando a Dios.

Hay cristianos que asocian “santidad” con “legalismo”. ¡Eso es trágico! Hay cristianos que piensan que ser libres significa “acercarse al mundo lo más posible sin pecar”. Los reconocemos cuando oímos sus argumentos muy bien razonados para justificar su conducta carnal. Lo triste es que sus conciencias se endurecen cada vez más al Espíritu Santo, y sus vidas son espiritualmente superficiales, sin poder, y permanecen derrotados y atados al pecado. Se pierden de lo mejor de Dios porque todavía aman su pecado. ¡Y después se sorprenden cuando les viene toda clase de problemas y tribulaciones!

Se necesita coraje y valentía para atreverse a ser santo y vivir en contra de la corriente del mundo, pero tenga por seguro que obtendrá la aprobación de Dios.

Consecuencias de rechazar el temor de Dios
La Biblia nos enseña, en Santiago 4:6, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Ahora bien: debemos entender que en el corazón de Dios no existe el deseo de rechazar a nadie, sino que la persona que no teme a Dios voluntariamente se excluye a sí misma de recibir el favor de Dios, y cosecha las consecuencias de su propio pecado.

Por ejemplo: Una persona que persista en la homosexualidad y la promiscuidad, no es extraño que contraiga el SIDA. Una persona que persista en el vicio del cigarrillo, no es extraño que contraiga un cáncer pulmonar. ¡Lo triste es que esas personas después culpen a Dios de su desgracia!

Exhortaciones a temer a Dios
A menudo escuchamos sobre muchas estrategias para lograr el crecimiento de la iglesia. Sin embargo, en las Escrituras podemos ver que los “métodos” de Dios para que la iglesia crezca son diferentes a los métodos humanos. El temor de Dios es un ingrediente fundamental para el crecimiento de la iglesia.

• El temor de Dios en la enseñanza de los apóstoles: 2 Co.7:1 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”;  

El temor de Dios debe inspirar al creyente a perfeccionar la santidad. En otras palabras, el temor de Dios nos hace conscientes de nuestra propia pecaminosidad, y de la necesidad que tenemos de que haya cambios progresivos en nuestro corazón y nuestra conducta, para agradar a Dios en nuestra forma de vivir. Un cristiano que no siente la necesidad de crecer en santidad es un cristiano estancado, que se ha vuelto complaciente con el pecado. En otras palabras, no está andando en temor de Dios.

Para un cristiano espiritual, “ocuparse de la salvación con temor y temblor” no significa vivir en temor de perder la salvación. Los cristianos podemos tener seguridad de que Cristo llevó en Su cuerpo el castigo por todos nuestros pecados, que hemos sido lavados por Su sangre, y que nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida. Sin embargo, no debemos asumir la salvación ligeramente. Si alguno piensa que la salvación y la gracia de Dios son una garantía y una licencia para pecar y andar descuidadamente, si alguno toma el pecado con ligereza y abusa de la misericordia de Dios, lo más probable es que no haya comprendido en qué magnitud sus pecados ofenden a Dios, ni ha entendido lo que significa la salvación.

El temor de Dios es el fundamento que inspira la vida en santidad y consagración a Dios. La santidad no es un llamado a unos pocos, sino un mandato de Dios a todos los creyentes.

• El ejemplo de Cristo - He. 5:7-9
Cristo mismo, mientras vivió en la tierra, anduvo en temor de Dios y nos dio ejemplo de andar en temor y reverencia. Si El mismo tuvo que hacerlo así, nada debería hacernos pensar que nosotros podemos ser diferentes.

¿A quienes Dios oye?
• Jn. 9:31 “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.”

¿Alguna vez ha pensado que Dios no escucha sus oraciones? Dios oye a los que le temen. No podemos acercarnos a Dios en actitud de arrogancia o auto-suficiencia. Cuando Usted entienda que no tiene derecho a exigirle nada a Dios, entonces Usted habrá comprendido lo que significa que es por Su gracia que El responde nuestras oraciones. Dios tiene todo el derecho de demandar humildad y reverencia para poder escuchar nuestras oraciones.

¿Es Usted conocido como alguien “temeroso de Dios”?
• Hch. 10:1,2,22 1 “Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana,” 2 “piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.” 22 “Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras.

Hoy en día, el mundo difícilmente considera un halago el ser conocido como alguien “temeroso de Dios”. Piense: ¿cómo le gustaría a Usted que lo describieran sus conocidos? Cornelio fue reconocido como alguien temeroso de Dios y de buen testimonio. Ser conocidos como alguien “temeroso de Dios” es un elogio que todos deberíamos desear.

Conclusión
Por todo esto, debemos servir a Dios con temor y reverencia, absteniéndonos de toca clase de mal, cuidándonos de no entretener el pecado ni abusar de la gracia de Dios.

Autor Desconocido. Tomado de iglesia.net La Web cristiana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario