miércoles, 7 de julio de 2010

¿Que le pedirías a Dios?

Regularmente cuando oímos hablar de la Sabiduría, la asociamos al concepto secular, es decir, aquellos que son en extremos estudiados, que dominan la mayoría de las teorías, de las ciencias, a los que han obtenido muchos títulos universitarios y ganado prestigio, y a los que por una larga vida obtienen mucha experiencia en las cosas vividas, por lo tanto los acredita para dar consejos, en fin son personas elitescas, a veces los sentimos inalcanzables.

Pero cuando acudimos a las Santas Escrituras, la Biblia, encontramos a un hombre al que Dios le prometió darle cualquier cosa que le pidiera, y en lugar de este le pidiera, tesoros, poder económico, casas, posesiones o poder político, le pidió Sabiduría: 1 Crónicas 1:7-12 “Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé. Y Salomón dijo a Dios: Tú has tenido con David mi padre gran misericordia, y a mí me has puesto por rey en lugar suyo. Confírmese pues, ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre, porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra. Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque, quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?  Y dijo Dios a Salomón: por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti”.

Luego este mismo hombre, Salomón, escribió bajo la inspiración de Dios, el libro de Proverbios, en donde nos declara la importancia que tiene la sabiduría en nuestra vida diaria:
* Proverbios 4:7 “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia”.

* Proverbios 3:13 “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia”.

* Proverbios 8:11  “Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;  y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella”.

Esta sabiduría no se halla en la universidad, ni en el estudio de las enciclopedias de la humanidad, ni con los grandes maestros de este mundo,  pues la sabiduría a la que se refiere Salomón es la “Sabiduría Divina”, que solo Dios puede proveernos: Proverbios 2:7: “El (Dios) provee de sana sabiduría a los rectos; es escudo a los que caminan rectamente”.

Esta Sabiduría es la que precisamente requerimos para caminar en este mundo cumpliendo con la voluntad de Dios.

Todos los días, desde el amanecer, nos enfrentamos a cientos de tomas de decisiones, desde que ropa nos colocaremos hasta aquellas en donde tenemos que confrontar el hecho de serle fieles a Dios o no. Cabría preguntarnos: ¿Estamos aplicando la “Sabiduría Divina” en las decisiones que tomamos? Debemos reflexionar sobre el tipo de decisiones que tomamos diariamente,  y sobre las consecuencias o resultados de las mismas. Porque algo cierto es que si utilizamos la sabiduría de Dios en nuestras decisiones, las mismas resultaran en bendiciones y si por el contrario casi siempre que aplicaos la “sabiduría humana”, la cual está influenciada por los valores de este mundo, terminamos fracasando la mayoría de las veces.

Valdría la pena analizar primeramente si cuando tomamos nuestras decisiones tomamos en cuenta Dios, pues la mayoría de los cristianos olvidamos consultar  a Dios y mucho menos tomamos el ejemplo de Salomón de pedirle a Dios sabiduría para las decisiones antes de tomarlas, regularmente tomamos primero las decisiones y después nos preguntamos: ¿Será esto de Dios? Y es cuando descubrimos cuantos errores hemos cometido en nuestra vida.

Entonces el secreto de una vida espiritual acertada se encuentra en utilizar la oración para pedirle a Dios que nos enseñe su Sabiduría por medio de su Palabra, afianzándola en nuestros pensamientos y sembrándola la en nuestros corazones:

* Salmos 111:10 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre”.

* Salmos 119:66: "Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído".

Para que la petición de Sabiduría Divina se haga efectiva en nuestras vida es necesario e imprensindible que cultivemos una comunicación plena, de doble vía con nuestro Dios a través de una vida de oración constante, donde coloquemos en sus manos nuestras inquietudes y aprendamos a esperar su respuesta, y hallarla en la lectura sistemática de su Palabra: Colosenses 3:16 “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”.

Pues Dios está dispuesto a darnos al igual que lo hizo con Salomón de toda su Sabiduría: Santiago 1:5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.

Mucha gente cuestionará las decisiones que tomemos usando la sabiduría divina, porque no la entiende: 1 Corintios 3:19 “Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios…” Pero nosotros estaremos confiados de haber tomado la mejor decisión, lo cual nos capacitará para llevar una vida victoriosa en Cristo y nos facilitará el servicio al que fuimos llamados dentro de su Iglesia: Hechos 6:3 “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”. Como puedes ver en este versículo son tres los requisitos para poder servirle en su Obra: 1. Buen Testimonio, 2. La Presencia del Espíritu Santo y la Sabiduría.

Te invito a reflexionar sobre la manera que la Sabiduría divina se está manifestando en tu vida, recuerda que “El Principio de la Sabiduría está en el Temor a Dios”, búscalo de corazón y pídesela con humildad y el te la concederá con abundancia. Que Dios te bendiga.

Por Enoc Portillo

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