lunes, 14 de junio de 2010

¿Apóstoles y Profetas en la Iglesia de Hoy? Segunda Parte

La semana pasada comente como en los últimos tiempos se está haciendo más notorio en algunas Iglesias Evangélicas, especialmente, en las de corte Pentecostal y Carismático, el surgimiento de una serie de individuos que se han proclamado ellos mismos como Apóstoles y Profetas, quienes basándose erróneamente en el versículo de Efesios 2:20 “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”, han dado origen al movimiento conocido como Nueva Reforma Apostólica, dentro del cual uno de sus principales precursores llamado Peter Wagner declaró en un programa de televisión: “Creo que el Gobierno de la Iglesia está ya a punto de tomar lugar finalmente, y esto es lo que la Escritura enseña en Efesios 2, que el fundamento de la iglesia son los apóstoles y profetas”. Haciendo referencia a la necesidad de que la Iglesia Actual camine bajo el liderazgo de estos nuevo “ungidos”.

En el artículo anterior escribí sobre los Apóstoles y sus aplicaciones para la Iglesia, por lo que en esta oportunidad hablare sobre el ministerio de los Profetas.

Los Profetas
Comenzamos con la definición de Profeta, y encontramos que desde el punto de vista bíblico y cristiano, Profeta es aquel a quien Dios reviste de Su autoridad para que comunique Su voluntad a los hombres y los instruya, es decir, una persona que comunica el mensaje de Dios para los hombres. Desde este punto de vista, entonces una Profecía puede significar predecir, cuestiones que se tendrían que cumplir en el futuro (escatología) o también informar la verdad de Dios para la humanidad: Predicar.
En este sentido el más importante de los apóstoles fue el mismo Jesucristo, así también el principal de los profetas. El Apóstol Pedro habló en Jerusalén poco después del Pentecostés, y exclamó: Hechos 3:22-23 “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo”. Pedro se estaba refiriendo a Jesús.
Jesús como profeta vino a enseñarnos de parte de Dios que Él mismo era y es el único camino al Padre, por lo tanto El fue más que un profeta, ya que cumplió en sí mismo la profecía.
A lo largo y ancho del Antiguo Testamento leemos acerca de muchos profetas de Dios (también de falsos profetas). No obstante, llegó un momento en el cual la revelación se hizo total y completa. Cuando el ministerio profético de Jesucristo se puso en marcha, al llegar Él a este mundo y principiar su ministerio, culminándolo, estando Él ya ascendido en los cielos, dando a conocer su revelación por medio del apóstol Juan (libro de Apocalipsis, último libro de la Biblia)
De esta manera, Dios habló a su pueblo en el Antiguo Pacto a través de los profetas, y en el Nuevo Pacto lo hace a través de Su Hijo (Hebreos 1:1-2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”). Por lo tanto, el papel que llevaron a cabo los Profetas del Antiguo Testamento fue sustituido en el Nuevo Testamento por Jesucristo, siendo el último de aquellos profetas Juan el Bautista (Lucas 16:16 “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.”). Cristo nos ha dado su Palabra, la cual está escrita y el canon cerrado. Por esta razón, no esperamos ya más revelación que compita con la Palabra escrita, o que se le pueda añadir a la misma.
Los Profetas usados en el Antiguo testamento hablaron de acuerdo a la inspiración divina (2 Pedro 1:21 “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”) por lo que aunque el oficio de profeta quedó cesado, no quiere decir de ninguna manera que el mensaje hallado en el antiguo Testamentario no tenga valor en la actualidad, por el lo contrario. La misma Palabra es muy clara al respecto: Efesios 2:20 “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. Por esta razón la Iglesia de Jesucristo está edificada sobre el fundamento del Antiguo (Profetas) y el Nuevo Testamento (Apóstoles), siendo la principal piedra angular, el mismo Jesucristo, y como edificio vivo de Dios (1 Pedro 2: 5 “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”), crecemos a modo de templo santo en el Señor (Efesios. 2: 21 “en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”).
La mayoría de las Profecías del Antiguo Testamento ya se cumplieron y ahora nos sirven de referencia histórica, pero todavía algunas se están cumpliendo en la actualidad y otras se cumplirán en un futuro próximo por lo que podemos decir entonces que todavía aquellos Profetas están vigentes.
Durante la Historia del Pueblo de Dios han existido los falsos profetas por lo que el mismo Dios prohibió determinantemente consultarlos: Deuteronomio 18:10-14 “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios.”

Los falsos Profetas siempre se han infiltrado en el pueblo de Dios y ahora también en la Iglesia desde el principio hasta nuestros días se han infiltrado con una apariencia de piedad dentro del pueblo de Díos Israel y ahora también lo hacen en la Iglesia. Uno de los más conocidos en el Antiguo Testamento fue el profeta Balaam, quien sucumbió ante la tentación del dinero.

Por esta razón Dios nos dejó en su Palabra una pautas muy claras para identificar a los  falsos profetas: Deuteronomio 13:1-4 “Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.  En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis.”  La pregunta que se hacía el pueblo de Israel era ¿Cómo sabremos si este “profeta” hable de parte de Dios realmente? Deuteronomio 18:21 “Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?” Inmediatamente, se ofrece la respuesta a esta interrogante: Deuteronomio 18:22 “si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él

El ministerio Profético en el Nuevo Testamento
Si ya Dios le reveló su sana doctrina expresada por completo en su Palabra: La Biblia  ¿qué más podemos esperar en este sentido, y para qué sirve el ministerio profético entonces, y a qué nivel se extendería?
En 1 Corintios 12: 27-28, leemos: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros…
Aquí Pablo nos habla de que hay profetas en la iglesia. Un poco más adelante, en 1 Corintios 14: 29ss. Leemos: “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen” Es muy claro que estos profetas no ejercen el oficio de aquellos hombres como Isaías, Ezequiel, Nahum o Sofonías, por mencionar algunos nombres. Estos profetas profetizaban en las reuniones cristianas uno por uno, con el fin de que todos aprendieran y todos fueran exhortados (1 Co. 14: 29-31 “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.  Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados”). Es claro entender que los profetas a los que se refiere el apóstol Pablo son los Predicadores, quienes todavía en la actualidad Dios levanta para exponer y explicar su Palabra ya revelada en la Biblia.
Inclusive, es la voluntad de Dios que todo cristiano profetice también (ver 1 Corintios 14: 1-3 “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación”), aunque eso no nos convierte en “Profetas”.

Observemos que en Hechos 15: 32, se nos dice: “Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras.”  Por esa declaración vemos que la finalidad del ministerio profético en el Nuevo Testamento para la Iglesia, es la de consolar, exhortar, y confirmar a los hermanos. Gracias a este pasaje del libro de los Hechos, notamos que esas acciones de Judas y Silas se enmarcaban en un contexto doctrinal concreto. Los nuevos creyentes de origen gentil fueron consolados a causa de lo declarado en aquel concilio en Jerusalén (Hechos. 15). Fueron liberados de imposiciones concernientes a la ley (Romanos 10: 4). 
Por lo tanto, el ministerio profético actual (Nuevo Testamento), tiene como objetivo llevar a los creyentes a la verdad liberadora de Cristo, la cual ya nos ha sido revelada. Este fue el principal sentido de su existencia. Allí donde sea necesario, el mismo ministerio procede hoy en día.
Así que abramos bien los ojos, porque el mismo Señor Jesucristo nos advirtió que en los últimos días vendrían toda clase de falsos Apóstoles, Profetas y Maestros intentando manipular a la Iglesia a través de astutas “trampas religiosas”, apeguémonos a su Palabra para que nuestro conocimiento de la Sana Doctrina sea edificado en Jesucristo y no en doctrinas de hombres o de Satanás.  Los Líderes en las Iglesias tienen la responsabilidad ante Dios de enseñar la sana doctrina desde el púlpito, pero el oyente tiene exactamente la misma responsabilidad ante Dios en cuanto a cerciorarse de que esa enseñanza es como deba ser, para ser aceptada y creída, o si no, desechada, pero… ¿cómo lo harán, si no leen ni conocen suficientemente la Biblia? Que Dios te bendiga.
Por Enoc Portillo

Referencias consultadas:
* Los verdaderos, los falsos profetas, y las falsas coberturas apostólicas, Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España
* Profecía y Profetas, Prof. Tobías Chirinos, Venezuela

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