lunes, 24 de mayo de 2010

Cristiano ¿Yo?

Desde hace muchos siglos en la historia de la humanidad se viene escuchando sobre un grupo de personas identificadas o conocidas como los cristianos. Una de las características más resaltantes sobre este grupo de personas es el hecho de que siempre han sido perseguidos en un intento por acabarlos. Se decía que las personas  que se convertían a este movimiento se comportaban diferente,  pues seguían las enseñanzas de un personaje llamado Jesucristo, por el cual era capaces hasta de ir a la muerte.

En nuestros días, lamentablemente, el término cristiano se reduce a situaciones meramente religiosas, de hecho, se considera “cristiano” a quien profesa o pertenece a una religión específica. Y a quien sigue una vida como cristiano se le asocia solamente con actividades netamente litúrgicas como por ejemplo asistir regularmente a un templo y realizar ciertas actividades como leer la Biblia, orar, cantar cierto tipo de canciones y llevar una vida de “santico”, es decir, mostrar a los demás cuan buenos somos.

Haciendo un tiempo de reflexión, nos preguntamos, ¿es esto lo que significa ser cristiano? ¿Era ese el plan de Jesús, crear una religión?. Para obtener las respuestas apropiadas debemos acudir a la fuente de información perfecta: La Biblia.

Lo primero que nos dice la Palabra de Dios  tiene que ver con nuestra realidad como seres humanos: Romanos 3:23: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Todos hemos pecado, porque simplemente nacimos pecadores, recibimos esa herencia en nuestra condición de humanidad y aunque nos esforcemos en negarlo, ignorarlo o evadirlo, no lo podemos cambiar: estábamos condenados a vivir separados de Dios por la eternidad, a esto es lo que la Biblia llama: La muerte Eterna. Y digo estábamos (en pasado) por que la otra buena noticia que nos dan las Santas Escrituras es: Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El plan de Dios por medio de Jesucristo su hijo fue rescatarnos y llevarnos a su Padre. Efesios 2:1: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.

El verso encontrado en Juan 3:16 nos dice que todo aquel que cree en Jesucristo se le concede la vida eterna, entonces, ¿será esto lo que significa ser cristiano? Creer, yo creo en Jesucristo, pero también creo en Bolívar y en Napoleón, se que existieron y dejaron muestras de su obra y paso por la humanidad. Se dice que incluso los demonios creen.

Entonces creer implica más que tener conocimiento sobre un personaje de la historia. Recordamos la entrevista que tuvo Nicodemo con Jesús, en donde le explico el secreto de la vida cristiana: Juan 3:3: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Entonces entendemos que nacer de nuevo está relacionado con una nueva vida, es decir, que debemos experimentar una transformación comenzando por el plano espiritual.

Uno de los versos de la Biblia más conocido en el ambiente cristiano dice: 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.


Lo primero que llama la atención es el carácter opcional: “si alguno está en Cristo”, pues no todos están, significa que tiene que ser una decisión propia y voluntaria, nadie puede forzarnos a estar en Cristo, ni nuestros padres, ni los maestros, ni los superiores. Es una  opción que tenemos que elegir de manera personal. Y una vez que la tomamos debe producir en nosotros una marcada división existencial: un antes y un después, un antes de nacer y un después de nacer, un antes Cristo y un después de Cristo. Esta delimitación de nuestra vida queda reflejado en como éramos antes de conocer a Cristo (las cosas viejas)  y como somos ahora después de conocerlo (todas hechas nuevas).

Nuestra nueva vida comienza por cambiar nuestros pensamientos: Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Como lo diríamos en términos de Computación, es necesario “Formatear el disco duro” e instalar un nuevo sistema operativo, además de programas de protección antivirus, esto lo podemos lograr gracias a la manifestación interior del Espíritu Santo, quien a partir de nuestro encuentro con Cristo comienza a vivir dentro de nosotros y el que luego utiliza la Palabra de Dios para renovar nuestros pensamientos, deseos, sentimientos y echando los que existían antes de manera que podamos recoger toda esa “basura” que había antes de conocer al Señor y dejemos que El se deshaga de ella: 2 Corintios 10:5 “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

Para los cristianos la cruz de Cristo representa ese drástico cambio operado en nuestro ser, pues representa nuestra simbólica muerte al viejo hombre y el nacimiento de Cristo en nuestra persona, de esta manera podemos clamar al igual que el Apóstol Pablo lo hizo: Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Cuando exclamamos “ya no vivo yo…” significa que de una manera real, nada de nuestra vida anterior nos debe importar ya, al contrario debemos asumirlo como una vida de pérdida: Filipenses 3:7-8 “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.

Luego de esta experiencia con Cristo no basta solamente decir “soy cristiano”, sino que es necesario que como consecuencia de la transformación comencemos a evidenciar esos cambios experimentados. Jesús utiliza la comparación de los cristianos con los árboles, ya que hay algunos de estos seres vivos vegetales que solo sirven de decoración y para la apariencia, pero los árboles verdaderamente importantes son los que además de dar una buena apariencia también nos ofrecen frutos. Entonces, antes de recibir a Cristo en nuestra vida éramos árboles de frutos malos y algunos llegábamos más lejos, ni siquiera dábamos frutos, pero ahora en nuestra nueva vida somos llamados a dar frutos dignos de arrepentimiento: Mateo 3:8: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento. La razón de esto es muy simple: Antes estábamos “muertos” en el pecado por lo que no dábamos frutos, pero ahora que hay vida en abundancia en nosotros debemos ofrecer excelentes frutos: Mateo 7:17: “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

A lo mejor te estarás preguntando: ¿Y que representan en mi vida lo frutos?, pues, los frutos no es otra cosa que nuestra conducta, como nos relacionamos con el resto del mundo. Antes de conocer a Cristo nuestra conducta estaba influenciada por el pecado, así que la vida que mostrábamos estaba enmarcada dentro de las obras de la carne:
Gálatas 5:19-21 “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Pero ahora en Cristo somos llamados a vivir en Santidad, así que el control de nuestra vida debe tenerlo Dios a través del Espíritu Santo que vive dentro de nosotros todos los día: Gálatas 5:22-25 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. ¿Te das cuenta? Parece sencillo, pero en realidad no lo es. Porque la mayoría de las personas queremos lograr buenos frutos pero de manera instantánea, como muchos productos que encontramos actualmente en el mercado, queremos lograr una vida espiritual en santidad pero en nuestros propios méritos, con nuestra propia fortaleza, es por eso, que fracasamos en lograrlo, esa es la explicación que encontremos a tanto “cristiano” derrotado.

Para obtener verdaderos buenos frutos, tenemos que seguir con la comparación de las plantas, un campesino para llegar a disfrutar de buenos frutos tiene que trabajar duro primero, preparando la tierra, escogiendo la semilla, sembrándola apropiadamente y luego la etapa del mantenimiento, regado, cuidado de las plagas. Muchas veces tienen que enfrentar tormentas y ventarrones, hasta que por fin el esfuerzo, el trabajo duro y la paciencia son recompensados con excelentes frutos: 2 Timoteo 2:6 “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.

El secreto para obtener unos excelentes frutos es utilizar la fuerza del Señor, si trabajamos y luchamos en su fortaleza de seguros tenemos garantizada una extraordinaria cosecha. Por lo tanto no desmayemos en este propósito tan importante, recuerda que lo que verdaderamente nos define como cristianos son los frutos o la conducta en santidad que mostramos a diario. Es de esta manera que las personas podrán saber si soy un Seguidor de Cristo o solo un árbol decorativo o lo que es peor una planta de plástico (falsa): Mateo 7:16 “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?.

Si como cristiano deseas experimentar la constante bendición de Dios, preocúpate por ofrecer entonces buenos frutos porque de lo contrario el Señor puede quitar su mirada de nosotros: Mateo 21:43 “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos él.

Y si tu todavía no has experimentado el encuentro con Jesucristo y sigues viviendo alejado de Dios, te invito a considerar la decisión de reconocerte pecador, de mostrar arrepentimiento y de recibir en tu vida al Señor, todavía hay tiempo, pero no queda mucho, así que a lo mejor no tengas otra oportunidad. Acéptalo hoy y comienza a preparar verdaderos frutos de excelencia.

Recuerda: Mateo 7:20 “Así que, por sus frutos los conoceréis.

Que Dios te bendiga,

Por Enoc Portillo

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